La nueva ruta de la seda
Por Gabriela
Casas Cabrera
La “Nueva ruta de la
Seda” o también llamada “Una franja, una ruta”, pretende beneficiar a 4 mil
millones de personas, que equivale al 55% de la población mundial, al abrir
nuevas vías desde China hasta Europa, llegando por rutas que crucen: Mongolia,
Rusia, Pakistán, Bangladesh, India, Corea del Sur, Japón, Asia Central, Oriente
Medio y el Norte de África. Lo que será enorme solución a sus problemas ancestrales
de falta de conexión, permitiéndoles entrar en la conectividad global. Económica,
diplomática y militarmente, China usará el proyecto para ejercer un liderazgo
regional en Asia, así lo señaló Dr. Javier Navarrete, en el marco de la XVII Conferencia Mundial Anual “Convergencia
Mundial, ATP-Acuerdo Transpacífico (Global Convergence, TPP-Transpacific
Agreement)”, la cual se llevó a cabo el 26 de septiembre de 2016, en la
Ciudad de México.
Con este magno proyecto,
—a través de la National Retail Systems (NRS) —, China lanza una respuesta al intento de
Estados Unidos de Norteamérica de aislar a Pekín a través del Acuerdo de
Asociación Transpacífico (TPP) y del Transatlántico (TIPP), cuyos destinos y
operatividad práctica, aún son inciertos. “El plan de China es establecer complejas
alianzas con países de tres continentes para reducir el tiempo de traslado de
mercancías de 45 días a sólo 2 días. Esto es logística en su máxima expresión
de efectividad, ya que al reducir tiempo de transportación, se reducen costos
operativos. También se permitirá mayor eficiencia de las cargas manuales y
costos de almacenaje, aminorando costos indirectos que impactan en el precio final
de los bienes y los harán más competitivos”, así lo afirmó Navarrete.
Agregó que este proyecto
no tiene nada de improvisación y si mucho de planeación. China está consciente de
la globalización y para seguir manteniendo su presencia en el comercio de los
mercados internacionales, así como de que su tasa de crecimiento (que
anteriormente era de entre 9.5 a 10.5%), ahora ha bajado drásticamente al 7.6%.
El especialista en
Ciencias Económicas y en Comercio Exterior, advirtió que existe un problema
adyacente en este proyecto para China, ya que le será necesario contar con infraestructura
de ciertas islas existentes o no (porque de ser necesario las construirán), lo
que afecta a otros países como a Filipinas, Indonesia y países vecinos, en el
corredor del mar de Filipinas, donde hay reclamos de soberanía de parte de
China y de algunas islas en el mar del sur de dicho país. Aunado a que en un
futuro próximo, E.U.A. va a seguir controlando las rutas marítimas que más
utiliza China, por tanto, tienen que abrir otras por tierra y por mar (no hay
que olvidar que 15 de los 20 puertos más importantes del mundo están hoy en
dicho país asiático), para que les permitan garantizar el transporte de sus
mercancías, ya que para algunos países, la vía aérea resulta prohibitiva. En
este sentido, también se van a rehabilitar vías férreas para que trenes de alta
velocidad puedan transportar sus productos a decenas de ciudades, con la mayor
eficiencia concebida hasta ahora.
Navarrete enfatizó en
que, a diferencia del TTP y del TTIP que no cuestan dinero, la NRS significa
una enorme inversión en infraestructuras, de un billón de dólares para: vías
férreas, carreteras, puertos etc., proveniente de inversión privada, pero la
principal, será pública. De hecho, China ha creado un fondo específico para
éste proyecto de 40 mil millones de dólares, además de contar con el apoyo del
nuevo Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII).
“Se espera que para 2030
estén ya funcionando estas nuevas rutas, aunque no sea en forma plena. Los
países interesados lo califican como ‘un bien público regional’, buscando un
impulso de productividad que les evite quedar atrapados en la llamada ‘Trampa
de Ingreso Medio’, como lo presentó el Centro de Desarrollo de la OCDE”,
finalizó.
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